sábado, 14 de marzo de 2009

QUE NO NOS HAGAN PAGAR LA CRISIS



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VIERNES, 13 DE MARZO DE 2009 PÚBLICO 7
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Rebeldía en horas bajas
GALLARDO
Una de las cosas que más
llaman la atención de
las personas sensibles,
al valorar lo que está
ocurriendo en el mundo
durante los últimos meses, es el enorme
desfase existente entre la dimensión
de la crisis y la tibieza de la respuesta
de los sectores sociales particularmente
golpeados por la misma.
Este desfase resulta tanto más llamativo
cuanto que, desde hace más de
diez años, han sido numerosas las
voces que se han alzado para proclamar
la insostenibilidad del modelo
neoliberal dominante. Además, muchas
de estas voces no eran sólo críticas
del neoliberalismo y del capitalismo
salvaje, sino que hicieron propuestas
alternativas que movilizaron
a otras muchísimas personas en todo
el mundo. Ahora, en cambio, parece
que hayamos entrado en un estado
de necesidad: se habla muy poco
de estas propuestas alternativas y
las movilizaciones altermundialistas
han decaído de forma alarmante.
Supongo que eso es lo que hay
en el fondo de tantos y tantos recurrentes
chistes sobre las nacionalizaciones
en curso, sobre el retorno de
Marx, sobre lo que la gente dice querer
y hace realmente y sobre los silencios
del altermundialismo. Tal vez el
más negro de todos los chistes sobre
el abismo existente entre la profundidad
de la crisis y la tibieza de la respuesta
de los críticos sean las palabras
que El Roto ponía en boca de su
barbudo personaje el pasado martes
10 de marzo: “Yo era profundamente
anticapitalista, pero cuando vi cómo
se derrumbaba, sin dudar un instante,
corrí en su ayuda”.
¿Es una ocurrencia así, como suele
decirse, desmovilizadora, paralizadora
de la voluntad de los que deberían
ser sujetos activos ante la crisis?
¿Contribuye a acentuar y agudizar
este estado de necesidad en el que,
al parecer, estamos? No necesariamente,
creo yo. La reflexión humorística
y paródica, cuando apunta bien
–por negra que sea, y es el caso–, puede
contribuir a desvelar verdades de
Perogrullo que, por serlo, se ocultan
u olvidan con demasiada frecuencia.
Se puede hablar en serio desde ahí y
prospectar una salida alternativa a la
crisis desde la óptica del “profundamente
anticapitalista”. Eso sí, a condición
de dar la vuelta al chiste y no
aceptar el estado de necesidad.
Vale la pena intentarlo porque, para
empezar, se necesita otro estado
de ánimo. Hay un refrán castellano
que viene a cuento. Dice así: “No puede
ser el cuervo más negro que sus
alas”. Con él, otro humorista grande,
Mateo Alemán, daba a entender que,
tras un gran mal, los que vinieran serían
llevaderos o, en cierto modo, menores.
Es lo que corresponde al opti-
FRANCISCO
FERNÁNDEZ BUEY
Catedrático de Filosofía Política
en la Universidad Pompeu Fabra
mismo de la voluntad que acompaña
al pesimismo de la inteligencia de los
de abajo. Nunca sabemos del todo lo
que el capitalismo es o puede llegar a
ser. Pero hemos visto muchas veces
las alas del cuervo y parece que, efectivamente,
el cuervo mismo no puede
ser más negro que sus alas.
Para que este cuervo, al que quieren
convertir en ave fénix, no acabe
resultando ahora más negro que sus
alas, convendría escuchar lo que decía
el anticapitalista altermundialista
El Roto, en vez de prestar atención a
sus jeremiadas en el estado de necesidad.
Querría subrayar aquí una de
las cosas dichas, porque es básica para
saber orientarse en la crisis.
En el capitalismo, las crisis han sido
siempre una oportunidad para que el
capital reestructure y reorganice sus relaciones
con el trabajo. Dicho en plata:
ocasión para hacer pagar a los trabajadores,
a los de abajo, los efectos y consecuencias
más negativas de la situación
creada. No es que el capital busque
intencionadamente la crisis para
ello. Es que el capital busca sacar tajada
de la crisis económica y financiera
para someter aún más férreamente a
la fuerza de trabajo. Lo ha hecho siempre
así y no hay razón para pensar que
vaya a dejar de hacerlo en esta combinación
de crisis interrelacionadas que
estamos viviendo ahora.
Basta con prestar atención a lo que
están diciendo y escribiendo los principales
representantes del empresariado
y sus ideólogos para comprobar
que también ahora la ocasión la pintan
calva: donde ayer decían que el
Estado tenía que ser mínimo, ahora
tiene que ser máximo (ayudando directamente
a reflotar bancos y grandes
empresas); donde ayer exaltaban
el librecambismo, hoy se dejan ir al
proteccionismo; donde ayer propugnaban
flexibilidad en las relacionales
laborales, hoy quieren que el Estado
decrete el despido libre.
Las personas desinformadas tal vez
se sorprendan de la cantidad de discursos
que hoy se escuchan sobre lo
necesario que es “refundar” el capitalismo.
Pero, a poco que uno quiera informarse,
se dará cuenta de que la refundación
del capitalismo es precisamente
el eslogan que sigue siempre a
El capital busca sacar
tajada de la crisis
económica para someter
aún más férreamente
a la fuerza de trabajo
La refundación
del capitalismo es
el eslogan que sigue a la
crisis y que augura su
utilización desde arriba
la crisis y que ha augurado siempre la
utilización de la crisis desde arriba.
Previsiblemente, en los países que
han hecho de locomotora del capital
habrá concesiones político-jurídicas;
en los vagones de tercera no habrá ni
eso y estará en peligro hasta la democracia
demediada que conocemos.
Sí: eso es lo que nos enseñan ciertos
intelectuales “profundamente
anticapitalistas”. Y hay que escucharles,
porque sabían de qué hablaban
antes de que entráramos en el
estado de necesidad. Y luego habrá
que atender también a las razonables
medidas alternativas que proponían:
condonación de la deuda de
los países empobrecidos; tasar los intercambios
financieros y comerciales
especulativos; redistribuir la riqueza
para acabar con las desigualdades
sociales flagrantes; renta básica
de ciudadanía; cambiar los tiempos
de trabajo y cuidado para favorecer
la igualdad entre hombre y mujeres;
soberanía alimentaria y energética;
sostenibilidad ecológica en serio; reformar
democráticamente la ONU;
fomentar la democracia participativa...
De todo esto, y de cómo llevarlo
a la práctica, habrá que hablar con
más concreción. Pero, si no se tiene
eso ya en el horizonte, es de temer
que más de uno acabe creyendo que
el cuervo es más negro que sus alas.
DEBATE SOBRE EL CAPITALISMO Fuego amigo

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